Las Dos Flechas

Corría como un venado asustado escapando de su depredador. Con destreza y suerte esquivaba las flechas a pesar de tener las manos atadas.

Solo tenia que cruzar un puente para llegar a mi destino y salir de los ojos de aquellos arqueros. La lluvia de flechas disminuía cada vez más, hasta que cesaron por completo. Ya no había algo que evitara mi huida.

A lo lejos un arquero recogió dos flechas que habían caído al piso en sus cercanías, pero seguí corriendo sin prestar atención. El hombre coloco la primera fecha junto al arco, lo tensó solo por un segundo soltándolo sin mucha precisión. Pude anticipar la llegada de la flecha y me lancé hacia ella pareciendo un suicida. Había calculado un punto de encuentro entre la flecha y mis muñecas atadas, y mis cálculos acertados me llenaron de confianza. Inundado de alegría por el encuentro con la libertad no advertí la llegada de la segunda flecha.

Mi trote descendió hasta convertirse en un caminar, la flecha se había alojado en mi pecho y su punta con cada latido rasgaba mi corazón.
Todo se oscureció y me detuve para caer de rodillas. En un instante conocí la libertad y seguidamente la desolación…

Si estas en busca de soledad sentirás libertad pero si llega sin previo aviso sentirás desolación.

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